Ser padre en un JRPG
Ser padre o madre en un JRPG es una experiencia de alto riesgo. Una profesión más peligrosa que la de guerrero o caballero negro, diría yo. Especialmente si tu vástago resulta elegido para salvar el mundo. Eso sólo puede significar una cosa: tienes que diñarla sí o sí. Y si es achicharrado en tu propia aldea por las tropas de algún vil emperador, mejor.
La orfandad del protagonista es, sin duda, el recurso argumental más manido de la historia de los JRPG. Ni siquiera la nueva hornada de juegos, llamados a revolucionar este género (como Xenoblade Chronicles o The Last Story), han sido capaces de escapar de este cliché.
Desde luego, la orfandad proporciona un sinnúmero de facilidades para los guionistas de un videojuego. ¿Qué podría empujar a un adolescente normal a abandonar la seguridad del hogar familiar para irse de aventuras sin volver atrás? Y aunque nuestro voluntarioso héroe así lo decidiera, ahí estarían sus protectores padres para persuadirlo. Y de verse obligados, incluso se ofrecerían a acompañarle en su misión para velar por su seguridad. ¿Y qué puede ser menos épico que enfrentarte a tu archienemigo de la mano de mamá?
La oportuna muerte de los progenitores proporciona al héroe las riendas de su propia vida. Y de esta manera, se justifica que se embarque en su gesta de una forma menos forzada. Y en ocasiones, la orfandad es la causa misma que desencadena el viaje del protagonista. Por estas razones, poco o nada se sabe sobre los progenitores de los protagonistas de nuestros juegos.
La figura paternal/maternal… tan importante en nuestra vida real, pero tan infravalorada en estos mundos virtuales… Deseo desde esta entrada hacer un homenaje a los padres de los protagonistas de la saga Final Fantasy, tratando de indagar quiénes eran, qué relación tenían con sus hijos, y cómo dejaron este mundo.